Siglo XVIII


El gobernador de indios residía en Tlazazalca y el alcalde mayor en La Piedad; este último nombraba ayudante para
el pueblo de Tlazazalca.
Las principales actividades productivas de los indígenas eran la agricultura y la ganadería. La primera tenía
preferencia por el cultivo del maíz, del frijol y otras semillas
que se destinaban al consumo familiar y al comercio. De la
cría de ganado mayor y menor se obtenían pieles que curtían
y procesaban los artesanos de Tlazazalca para producir zapatos, botines y sillas de m ontar (Villaseñor: 105-107).
En 1748 el obispo Martín de Elisacochea realizó una
visita pastoral por la parroquia de Tlazazalca. En ella observó que el territorio era demasiado extenso para ser atendido
por un solo cura; además, dada la importancia adquirida por
La Piedad decidió erigirla en parroquia por separado de Tlazazalca. La nueva parroquia comprendió La Piedad, Tanhuato y Yurécuaro; Tlazazalca se quedó con Atacheo, Ecuandureo y Penjamillo (Romero 1972: 114). Durante el resto del
siglo x v iiiy principios del xix la alcaldía mayor de Tlazazalca
estuvo compuesta por tres curatos independientes: La Piedad, Chilchota y Tlazazalca (en 1713 Chilchota fue agregado
a la alcaldía mayor).
Al convertirse La Piedad en parroquia independiente, Tlazazalca perdió los ingresos que le retribuía la llamada “fábrica espirituar,) ingresos especiales por la aplicación de sacramentos y que todos los auxiliares debían entregar a la
cabecera (aproximadamente una tercera parte de sus entradas). El comercio local también disminuyó pues los habitantes de aquellos lugares que acudían a las fiestas importantes y a las ceremonias dominicales celebradas en Tlazazalca, ahora acudían a La Piedad.
En 1754 el curato de La Piedad contaba con 224 familias de indios, 40 de españoles, 770 de distintas y 12 de mulatos, todos repartidos en los 3 pueblos de la nueva parroquia, así como en haciendas, ranchos y estancias (S. González 1985:
300). Por su parte el curato de Tlazazalca estaba poblado por 221 familias de indios, 162 de españoles, 100 de castas y 45 de
mulatos distribuidas en los cuatro pueblos de su demarcación y en los otros asentamientos señalados (Ibid: 301).

A partir de la segunda mitad del siglo xviii la arriería cobró mayor importancia, en parte por el aprovechamiento que los arrieros hicieron de la situación geográfica de la jurisdicción, que se puede describir como un corredor que comunicaba al occidente con el centro del país, además de ser
lugar de paso obligado entre Guadalajara y Valladolid.

La arriería fue la principal fuente de riqueza de los habitantes de la estancia de Purépero, cuya población estaba compuesta principalmente de españoles y criollos (Llaca 1940: 557).
Los cambios políticos de la segunda mitad del siglo xvm imprimieron su huella en Tlazazalca. De entre ellos cabe destacar los bandos sobre castellanización emitidos en 1778,
que ordenaban poner escuelas de primeras letras en idioma castellano ( a g n – Indios, vol. 90, fj. 219; y a p s m t – Disciplinar 5,
providencias). Para la población tarasca estas disposiciones debieron significar un fuerte golpe cultural.
No tengo información que indique la puesta en práctica de dichas disposiciones en Tlazazalca. El dato más cercano que sobre esa materia he podido encontrar es de 1845, año en que una estadística parroquial señala que en toda la parrouia se habla castellano a excepción de Atacheo y Ecuandureo, en donde se hablaba además tarasco. En Tlazazalca, Purépero y Penjamillo había escuelas de primeras letras
( a hm c – est. parroquial, leg. 3, 1804-1896).
Para los indios fue de mayor importancia la crisis agrícola de 1785-86 pues fueron los más afectados por la escasez
de maíz, base de su alimentación, de cuya producción y venta dependía el pago de tributos. Un indicador que podría mostrarnos la gravedad de la situación es el alza de precios en el maíz durante el año de la crisis. Su desproporción con respecto a los años 1784-85 y 1786-87 nos permite entender las
dificultades de la población indígena y de la menesterosa en general, para conseguir el grano.
A la escasez de granos se sumó una epidemia de “dolor de costado” (neumonía) que cobró numerosas víctimas entre los grupos más pobres de la sociedad. Tlazazalca no escapó a la calamidad; en 1786 los indios déla jurisdicción, atravésde sus representantes, solicitaron ser relevados del pago de tributos de ese año por los precios tan altos, petición que fue aceptada por el virrey conde de Gálvez ( a gn – Indios, vol. 69, exp. 33, fjs. ll v y 12).
Precios del maíz del gado sacados de los libros de cuentas
DE POSITO Y ALHONDIGA DE LA CIUDAD DE MEXICO
Años Media anual (en reales por fanega)
1784-1785 23.33
1785-1786 40.67*
1786-1787 27.61
Fuente: Florescano 1969; Ap. IV, p. 254.
Además, el ham bre obligó a algunos pobladores a salir
de sus pueblos en busca de trabajo y cuando no encontraban
vendían sus tierras y/o emigraban definitivamente a las
villas. La petición del relevo del pago de tributos dice: “algunos han tenido que desertar de la jurisdicción para poder
buscar el sustento aunque sea m endigando” (ibid).
No tengo cifras que muestren la proporción de la deserción de indios que hubo en la jurisdicción por tal causa, pero
los datos de mortandad pueden ilustrar la merma de población en 1786:

NUMERO DE MUERTOS HABIDO EN EL OBISPADO  de M ic h o a c á n e n 1786
Parroquia Muertos
Tlazazalca 563
Zamora 1 331
Chilchota 62
La Piedad 812
Total del obispado 87 799
Fuente: Florescano 1981: 894-895.
Para la corona española la obtención de plata en América era uno de sus principales objetivos, desde esta óptica el
término “comunidad” tenía un significado económico, para
referirse a los pagos de tributos o a las.“cajas de comunidad”;
* En julio y agosto de 1786 se llegó a registrar un precio de 48 reales por
para otros asuntos se utilizaban términos como “doctrina”,
si se refería al aspecto religioso, o “república” si lo era el
político.
Con las “cajas de comunidad” el gobierno colonial capitalizaba los caudales que reunía la comunidad indígena poniéndolos a “censo” como lo dice la Recopilación (Recopilación de Leyes de…, 1973: lib. 6, t. III). Como es sabido en
muchas ocasiones las mismas autoridades hicieron uso ilegal de los dineros contenidos en ellas. Durante la segunda
mitad del siglo xvnilas “cajas de comunidad” fueron reorganizadas y algunos caudales se recogieron para ingresarlos en
el Banco Nacional de San Carlos, que pretendía ser la banca
nacional española. Tlazazalca “cooperó” con 6 434 pesos,
cantidad sólo superada por Oaxaca, Tepexi de la Seda, Zitácuaro o Maravatío y las parcialidades de San Juan y S antiago (Calderón Quijano 1963: 113-114).
Asimismo, la real cédula de 1804 ordenó la “enagenación (sic) y venta de los bienes raíces pertenecientes a obras
pías y el de los censos y caudales que les pertenescan, se
ponga en la Real Caxa de Amortixación bajo interés justo y
equitativo que en el día sea corriente” ( a p s m t – Disciplinar 1,
Tlazazalca – varios): los llamados “vales reales”. Esta medida tuvo efecto en Tlazazalca hasta 1807, cuando fueron recogidos capitales de distintas obras pías: la cofradía del Divinísimo Señor Sacramentado fue la más afectada pues se le
enajenaron por lo menos 1 920 pesos; el Hospital de indios no
quedó a salvo y tuvo que desprenderse de 200 pesos (ibid).
Quizá no es tan importante la cantidad recogida, pero entre
estos “vales reales” y el Banco de San Carlos se limitó, en
cierta medida, la posibilidad de emplear el dinero en lo que
sus dueños decidieran. Además, estas medidas pueden ser el
inicio del proceso de desamortización de los bienes comunales que continuaría durante el siglo xix.
El único registro de que hayan recibido réditos del banco se encuentra en una cuenta de tributos en la que se señala
la cantidad de 314 pesos 6 granos, que en 1795 se ingresaron
en su “caja de comunidad” ( agn – Tributos, vol. 4, exp. 13, fjs.
232-233). En las relaciones de tributos de 1800 y 1802 no se
menciona ningún ingreso por ese concepto. Martínez de Lejarza registró en 1821, 6 275 reales de La Piedad y Tlazalca
depositados en el Banco de San Carlos (Martínez 1974: 196-
197).