El Curato


El curato estaba compuesto por siete pueblos: Tlazazalca, Penjam illo, Tzaescuaro, Yurécuaro, Tahuenhuato, Ecuandureo y Atacheo. La Piedad o Aramutarillo ni siquiera se menciona.

Estos pueblos comprendían un total de 208 vecinos casados y 79 muchachos. Contaba con 18 estancias donde se criaba ganado mayor y menor y se sembraba principalmente maíz y trigo (Ibid: 102-104).
El reporte que se daba de Tlazazalca en 1649 no distaba mucho del anterior; en él se nota que la principal actividad
económica estaba en manos de españoles, mientras que los indios se dedicaban a actividades menos remunerativas.
Beneficio de Tlazazalca: consta este beneficio de seis pueblos de indios en distancia doce leguas y en ellos hay trescientos
vecinos agregándosele otras veinte estancias y labores de españoles donde se crían ganados mayores y menores, muías y caballos y se coge trigo, maíz, chile, frijoles y otras semillas, el temple es muy bueno y de muchas aguas.

Tienen los seis pueblos sus parroquias y hospitales no tan ricos de plata por ser éstos labradores de maíz, chile y frijoles que vale barato,
aunque los demás hospitales tienen vacas y ovejas que les rentan para la cura de los enfermos. Es trabajoso administrar
el beneficio por ser tan dilatado (…) A. Yssasy, Biblioteca Americana, Vol. 1, Núm. 1, septiembre de 1982, Miami, Florida, pp. 157-158. Apud , Miranda, 19-78).
El Santo Señor de La Piedad

El surgimiento de La Piedad como población importante y próspera se debe, según su primer párroco, a la aparición
“m ilagrosa” de una imagen de Cristo crucificado ocurrida en la nochebuena de 1687. Según narra el padre Esquivel, la
“Providencia” señaló a Aramutarillo como lugar de residencia del Cristo e indicó como advocación a La Piedad, a la cual
debe su nombre la ciudad (Esquivel 1977).
Es interesante observar cómo la aparición de esta imagen concuerda con el ánimo de los criollos de finales del xvn
en cuanto a la búsqueda de un sustento religioso en imágenes
americanas con el cual enfrentar la cultura peninsular (Cfr.Manrique 1976). Imágenes que también sirvieran como símbolos para justificar el cambio sede del poder local de una población indígena, a una criolla o mestiza como La Piedad.
Su ubicación geográfica era también estratégica para las
rutas comerciales de la región, por ello atrajo pronto el interés de comerciantes y hacendados. La rica hacienda de Santa
Ana Pacueco, contigua a esta población, llegó a ser una
ventaja más en relación a la antigua cabecera de Tlazazalca.
El mismo Esquivel cuenta que los vecinos de Tlazazalca
intentaron apoderarse de la imagen, pero los legítimos dueños no lo permitieron (Esquivel 1977: 25-31).
En 1699 don Alonso de Altamirano, dueño de la hacienda de Santa Ana Pacueco, mandó construir un templo para
guardar la imagen que fue concluido en 1702. Cincuenta años
después los dueños de la misma hacienda erigieron uno nuevo de mayores proporciones que es donde actualmente se
encuentra la imagen (Romero 1972: 114). Quizá aquí podría
aplicarse lo que Wolf señala sobre las construcciones suntuarias en el Bajío:
…los pueblos del área del Bajío, como Guanajuato, Querétaro,
San Miguel y Celaya, se convirtieron en centros importantes
de construcciones suntuarias. Mediante estos gastos, la aristocracia provinciana podía poner de relieve su relativa independencia y desarrollar una conciencia criolla frente a la
capital más sofisticada pero también más peninsular. (Wolf
1972: 74).